Un amigo pintor prepara, sin prisa, una exposición de cuadros célebres vistos «desde atrás». Todo empezó el día en que se le ocurrió pintar como si estuviera ubicado realmente a espaldas de la Gioconda. En algunos cuadros, mi amigo resolvió espiar por los ojos de algún personaje perdido en el horizonte. En otros, hizo como si existiera allí tal personaje. Esto coloca a mi amigo en posición desventajosa porque debe contentarse con las migajas de los cuadros famosos, mientras que los artistas que él reverencia pasan a ser protagonistas de estas obras invertidas: la espalda de la Mona Lisa puede parecerse a cualquier espalda, no así el rostro de Leonardo contemplándola.
Aunque la idea me resulta ingeniosa, últimamente he comenzado a sospechar que esconde una intención velada. ¿No será que mi amigo anhela, en última instancia, que alguien vuelva a pintar en un futuro estas obras que se dicen canónicas, para que en ellas de frente y a las claras, se materialice un artista fisgón?