Venganza

Empezó con un ligero y tal vez accidental roce en los senos de ella. Luego un abrazo y el mirarse sorprendidos. ¿Por qué ellos? ¿Qué oscuro designio los obligaba a reconocerse de pronto? Después largas noches y soleados días en inacabable y frenética fiebre. Cuando a ella se le notaron los primeros síntomas del embarazo, el padre enfurecido gritó: Venganza.
Buscó la escopeta, llamó a su hijo, y se la entregó diciéndole: Lavarás con sangre la afrenta al honor de tu hermana. Él ensilló el caballo moro y se marchó del pueblo, escopeta al hombro. En sus ojos no brillaba la sed de venganza pero si la tristeza de nunca regresar.

Ednodio Quintero3   Ednodio Quintero

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