1.043 – El estreno

 En la puerta había una gorra negra. Mi tío me había dado unas perras y ninguna seña más. Para que te estrenes, me había dicho, pero de esto, a tu padre, ni media palabra. Pasé la tarde dando vueltas a la plaza porticada, buscando aquella enigmática gorra en los pomos de las puertas, asomándome en las porterías por si la encontraba colgada en su interior. El barquillero saludaba con la mano y una mulataza que se arreglaba los pies sentada en un portal sonreía cada vez que pasaba. ¿Vienes de parte de Eduarro?, preguntó, al fin. Al tío le decían así porque no sabía pronunciar la de.

David Vivancos Allepuz

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