Esta vez no erraré el tiro. Me sitúo bajo el umbral de la puerta. Coloco los pies por detrás de la junta de la baldosa. Me concentro en el lanzamiento. Respiro hondo y exhalo pausadamente mi deseo: si la encesto, me llama. Lanzo la bola de papel. Demasiado efecto. Ni ha rozado el cubo de basura. Este tiro no cuenta, pienso mientras recojo mi destino del frío suelo de la cocina.