980 – Adulterio

 Engañaba a su mujer desde hacía quince años. Todas las tardes, cuando salía de su trabajo habitual, acudía al apartamento de la otra. Charlaban, jugaban al parchís… y rara vez salían a la calle. A lo sumo, a algún cine de barrio. A su mujer le había contado, en su día, una razonable y poderosa mentira: llevaba, en sus horas extras, la contabilidad de otra pequeña empresa. Un día, a la salida de un cine, fueron descubiertos por su mujer inopinadamente. Fue tal la sorpresa, que lo único que supo hacer fue desprenderse con soltura del brazo de la otra. Su mujer desapareció rápidamente entre la multitud. Cuando llegó a su casa (lo más rápidamente que pudo) su mujer le sirvió la cena sin mediar palabra alguna. Una vez en el lecho matrimonial, le dijo, en lugar de las habituales «buenas noches»: «Lo sabía». Y él se quedó con la duda, duda que se llevaría a la tumba veinte años más tarde, de si lo sabría de reciente o desde hacía mucho tiempo…

Alonso Ibarrola
No se puede decir impunemente ‘Te quiero’ en Venecia.Visión Libros. 2010

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