910 – Hombre-pájaro

 Su trabajo básico se desarrollaba regular e invariablemente en la Oficina Municipal de Impuestos. Pero tenía una afición secreta, una ambición oculta: volar. Por sus propios medios, se entiende. Tras cinco años de trabajos y afanes, logró fabricar, en su pequeño taller de carpintería, un ingenio volador. Una mañana fría de domingo planeó con éxito por la ciudad, sin que, al parecer, nadie se percatara del hecho. Loco de alegría lo contó en la Oficina. Ante la indiferencia y escepticismo de sus compañeros, se ofreció a repetir la hazaña. A las once de la mañana de un lunes laborable, planeó y dio varias vueltas al edificio que albergaba la susodicha Oficina, a la altura de la planta undécima. Éstos no daban crédito a sus ojos. El Jefe de Negociado, irritado por la algarabía provocada, le descontó un día de sus vacaciones y le prohibió volar en horas de oficina.

Alonso Ibarrola
No se puede decir impunemente ‘Te quiero’ en Venecia.Visión Libros. 2010

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