Era un pelafustán, un pelagallos y un pelagatos, es decir, holgazán, vagabundo, pobre y tres veces despreciable.El pelanas -sin que nadie lo supiese- era un pelantrín y en su pequeña hacienda cultivaba almendros para conseguir peladillas. Las cuatro perras que ganaba en este mísero negocio las gastaba en pelarse, siempre iba a un barbero distinto para no levantar sospechas.