Como buen pesimista, se consideraba un realista bien informado. El otro, de naturaleza optimista, no consideraba importante informarse de la realidad. Cuando esta llegó al galope, ni uno ni otro supieron qué hacer.
Ahora, el pesimista no quiere informarse de la realidad porque no sirve de nada, mientras que el optimista se ha puesto a estudiarla para que no le pille desprevenido.
Carmen Peire