El donante

alonso-Ibarrola2 He donado todo lo que se puede donar. Ojos, riñones, cerebro… Pueden quedarse con todo. No me importa que despedacen mi cuerpo, que me destripen, que me abran en canal… Ya no sufriré. ¿Sabían que a muchas personas las entierran vivas, considerando que están clínicamente muertas? Un doctor francés investigó en numerosos cementerios y vio ataúdes por dentro. Las tapas estaban arañadas, encontró uñas clavadas en la madera del cajón, dedos consumidos, cuerpos retorcidos… Y es que en los hospitales, en las clínicas, lo hacen todo deprisa y corriendo. Y si uno muere en casa, los familiares sólo se preocupan del tinte, de las velas, de las esquelas. Como en los aviones. Cuando van a despegar, más vale gritar, por si acaso: «¡Esa puerta!», porque algunas veces las dejan abiertas…

Alonso Ibarrola

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