Una taza

alix rosales facioComo siempre, entraste en la cafetería y ordenaste el café mañanero. Yo te vestí con mis pupilas desde mi mesa, pero tu no volviste la mirada. Bebías con inmenso placer cada sorbo hasta que apoyaste la taza, dejaste el dinero y te fuiste. Salté de mi silla y cogí la taza — luego de una disputa con el camarero que pensaba que iba a robar el dinero— y salí corriendo.
Tu no me dedicas ni siquiera una mirada. Ya no importa, conservo la taza robada, y cuando llego a casa por las noches, antes de ir a dormir, la sumerjo en el agua para tener todos tus besos flotando, ¡para mi no más!

Alix Rosales-Facio

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