Alicia dijo que lo amaba como a nadie. Hicieron el amor en una infinita y suave dulzura, con tiernas caricias. Pero aquélla era la última ocasión que estaban juntos. Ella partía al día siguiente. Al concluir, Alicia habló: No puedo dejarte aquí, tienes qué venir conmigo. Es lo que más deseo en el mundo y sé que tú también lo quieres. ¿Cómo iré contigo?, preguntó emocionado su amante. Ya lo sabrás, repuso la mujer. Fue hasta un maletín y extrajo un bisturí; con la habilidad de un cirujano fue cortando cada uno de los miembros de su compañero. Cuando hubo terminado los colocó cuidadosamente dentro de su equipaje. De ese modo, Alicia regresó a su patria. Para fortuna suya en la aduana no revisaron sus maletas. Al llegar a casa, con impaciencia, sacó las partes de su amado y las cosió. Una vez completo, le dijo: ahora sí ya estamos juntos para siempre, nada podrá separarnos, y lo besó con todo el amor que le era posible.