Creen que es alergia, pero es amor. Es colocarme frente a la pizarra y comenzar los picores, el enrojecimiento en los dedos y los tics faciales. Siempre he pensado que ella debe sospechar algo. De lo contrario, su insistencia en preguntarme delante de toda la clase sólo podría calificarse de crueldad. Pero ahora estoy seguro de que lo sabe con certeza. Me acaba de lanzar una de esas tiernas miradas que sólo ella posee, al tiempo que me ha mandado escribir el futuro perfecto del verbo amar. Todos los síntomas se han desencadenado al instante. Y ni siquiera me ha dado tiempo a coger la tiza.