Naricilla respingona y un cuerpazo de escándalo, pienso mientras el militar del 8º A entra en el ascensor y me saluda. Pero yo no contesto para evitar que de ese buenos días pasemos a hablar del frío, y el frío nos conduzca a una sopa caliente, y la sopa caliente desemboque en asuntos de restaurantes, y los restaurantes nos induzcan a parlotear de buffet y de selfservice, y ambos conceptos evoquen el placer que su mujer me dispensó durante las dos últimas semanas, y así, tontamente, acabe pegándome un tiro.