Mi amiga Sonia y yo estamos muy ocupadas, no solo tenemos que estar atentas a las clases, además tenemos que vigilar a la Jenifer. Hemos trazado un plan para conseguir nuestro propósito. Siempre alguna de nosotras está cerca de ella, en el recreo cuando nadie nos ve le quitamos el bocadillo, aunque tengamos que darle fuerte en las manos. Por las tardes nos ofrecemos para ir a su casa y hacer los deberes con ella, de esa manera la tenemos controlada. Su madre no sospecha nada y encima está muy contenta porque su hija lleva amiguitas a casa. Cuando nos trae la merienda, esperamos hasta que se marcha y nos la zampamos entre Sonia y yo. Jenifer nos odia, lo sé, pero me da igual. Está cada vez más delgada, pero no vamos a parar hasta que tenga menos culo. Sonia dice que está cansada, yo la animo diciéndole que ya queda poco, dentro de nada lo conseguiremos y nos sentaremos cómodamente en el colegio.
No se nos ocurre otra manera, cada vez somos más alumnos por aula y no hay dinero para comprar mobiliario. Compartir mesa y la misma silla con un culo tan gordo como el de la Jeni, es un suplicio.
5 comentarios en «2.165 – Daños colaterales»
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¡Gracias, por traer mi «Daños colaterales» a esta página! ¡Es un placer estar aquí!
Besitos
¡Cuanto me ha gustado encontrarme a Elysa por este rincón!
¡Gracias por traérnosla, Carlos!
Bienvenida.
Nos veremos por aquí.
Un abrazo
Nunca dejo de admirarme de la inventiva de Elysa y de su humor negro. ¡Fantástica!
¡Es genial, Ely!
Tu imaginación y la realidad «recortable» es de una buena escritora, esa eres tú amiga.
Besicos