A lo largo de los años cada tanto aparece en mi Outlook el mensaje de un misterioso admirador proponiendo encontrarnos tal día a tal hora en tal café a tomar un café. Me alegro y de inmediato acepto. Pero él siempre cancela a último momento. A pesar de lo reiterado del juego, mientras la invitación titila, yo me pregunto, ilusionada: ¿será tórrido, fuerte, negro, dulce, con buena y espumante leche, estará cortado? Me refiero al café, naturalmente.
Un comentario en «2.099 – Una lágrima»
Deja un comentario
Disculpa, debes iniciar sesión para escribir un comentario.
Ohhh, que ocurrente !!