-¡Papá! ¡Mamá! ¡Me han traído la pistola!
Por probarla en algún sitio, el niño dispara sobre las cabezas de sus progenitores. Cada uno a su estilo, caen muertos sobre la desordenada colcha.
Y es que nadie avisó a los Reyes Magos de que la pistola tenía que ser de juguete.