-Vengo a decirte que me he dado cuenta de que he dejado de quererte -dijo Viviana apenas entró en la oficina, después de cerrar delicadamente la puerta tras sí.
Luis apartó los ojos de la pantalla del ordenador, los posó en Viviana, y de inmediato desplazó la mirada hacia la ventana, por la cual se alcanzaba a ver un trozo de cielo plomizo y un fragmento de jacarandá en flor.
-¿No me has oído, Ricardo? Ya no te quiero -insistió Viviana.
-Es que no soy Ricardo -respondió Luis con aire cansado.
-¿Qué importa? Te suplico que no conviertas esto en una discusión sobre nombres. Se acabó mi amor por ti, y basta.
-Está bien, está bien, Nelly –dijo Luis-. No quiero convertir nada en una cuestión de nombres. Es más: no quiero tener ninguna discusión contigo. En la oficina de al lado está Vicente: ve a comunicarle que dice Paco que ya no lo quiere, y en paz.
David Lagmanovich