Desde que ha descubierto un castillo en miniatura bajo el bonsái que le regaló su tío sus días son menos tediosos. Las horas vuelan mientras alimenta con migajas a los minúsculos (aunque voraces) cocodrilos que habitan el foso. Hoy, una bandada de colibrís magenta ha anidado en una almena. A veces juega a estornudar para espantarlos, y ríe cuando le hacen cosquillas en la nariz con su frenético revoloteo. En el interior hay un príncipe. Es delicado y solitario, y al atardecer baila claqué sobre el puente levadizo, aunque su danza posee una cadencia triste. Ella sueña con el día en que termine de menguar (cada día se nota más liviana) y, ya diminuta, puedan ser amigos y jugar a adivinar el animal en el que tornará una nube, o el color que adquirirá el sol justo antes de perder el horizonte. “Pero eso tendrá que ser mañana. Ahora debes descansar, pequeña”. Dice la enfermera, cogiendo su arbolito y dejándolo junto a la ventana. Y ella protesta débilmente, porque allí no puede verlo bien. Apenas consigue vislumbrar los multicolores fuegos de artificio que escupen ya las esbeltas torrecillas, todos en su honor, dándole la bienvenida.
Maria Jesus Lavado Jimenez
http://madseasonenserie.blogspot.com.es/2013/06/la-princesa-calva.html
Un cuento lleno de poesía, candor, tristeza y fantasía, que toca las entretelas del corazón. Precioso.
Un cuento lleno de poesía, candor, ternura, tristeza y fantasía, que me toca las entretelas del corazón. Precioso.