1.716 – Policía

fernando l aranoa  Era alto, vestía una camisola azul demasiado larga y levantó los brazos para defenderse de los primeros golpes. Se equivocaba al devolverlos; los que se abalanzaban sobre él justificarían más tarde así la paliza que, sin saberlo, venían gestando desde que le pidieron los papeles, apenas diez minutos antes. Había sido su actitud, el tono levemente airado con el que se había dirigido a ellos, lo que hizo que las cosas empezaran a torcerse. Los agentes del orden miraron a su alrededor: la calle refulgía desierta bajo el sol del verano. Su amigo se había retirado unos metros prudentemente. Desde allí contempló la virulencia del ataque.
No sin cierto esfuerzo lo derribaron, le retorcieron los brazos en la espalda mientras le esposaban. A pesar de eso siguieron pegándole, dos, tres golpes más: los que autoriza la inercia. Alguien desde una ventana gritó Ya vale dos veces. Se detuvieron los golpes, pero ninguno levantó la cabeza. Al poco llegaron dos patrullas más, los neumáticos chillones, el ademán enérgico. Entre siete levantaron al inmigrante del suelo y lo metieron bruscamente en el coche.
Policía, policía, gritaba el desesperado pidiendo auxilio.

Fernando León de Aranoa
Aquí yacen dragones. Seix Barral, Biblioteca Breve.2013

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