3.207 – Carta de América

alonso-Ibarrola32   He recibido carta de los Estados Unidos de América. Mañana el cartero me mirará con más respeto. Tras haber cenado, la abriremos. María recogerá el mantel. «Doblad las servilletas», dirá. Yo la doblaré en cuadro, porque mi hijo mayor la dobla en triángulo y su hermana hace un nudo. Y en el silencio de la noche sólo se oye el rasgueo del papel al romperse. «Queridos padres y hermanos…» Comienzo a leer la carta en voz alta, pausada, un tanto monótona… Vive bien. Allí todos viven bien. Tiene automóvil, frigorífico, dice «quiero» y al momento se lo llevan a casa. Luego tiene diez, veinte años, toda una vida, si es necesario, para pagar. He terminado la lectura. Silencio. Mi mujer llora. Yo procuro no pensar en nada. Pero no puede ser: pienso. Me es imposible no pensar en nada. Resulta ridículo, pero veo unas cataratas, las del Niágara, que conozco a través de una película. Mi hijo vive a dos mil kilómetros de las cataratas del Niágara, pero yo le veo tranquilamente paseando bajo el torrente de agua con un paraguas… Ahora mi mujer me preguntará: «¿En qué piensas en este momento?». La pregunta repetida mil veces al día. «Pensaba en las cataratas…» No, me resulta imposible. Inventaré si es preciso alguna historia maravillosa. La última vez me dije: basta. Porque, sin reflexionar, a la acostumbrada pregunta contesté: «Pienso en lo difícil que sería trasladar un ataúd de América a nuestras tierras…» Lloró y me reprochó mis tontas ideas. Pero yo siempre tengo la duda: ¿Subirán los ataúdes a los barcos como los automóviles, con grúas? Tiene que resultar muy extraño ver un ataúd suspendido en el aire…

Alonso Ibarrola
No se puede decir impunemente ‘Te quiero’ en Venecia.Visión Libros. 2010
http://www.alonsoibarrola.com/