2.950 – El viaducto

alberto_escudero  -Haga usted el favor de no empujarme más.
-Ni a mí de pisarme. Ya es la segunda vez. Le voy a decir yo a usted una cosa: si tiene tanta prisa, ¿por qué no se lo ha hecho en casa?
-Eso digo yo. ¿No tiene usted una buena cuerda? O si no con pastillas de ésas, como los artistas.
-A ver si por una vez hacemos una cola como Dios manda, que va a ser la última que hagamos.
-Eso mismo creía yo, y ya es la tercera vez que tengo que venir.
-¿Pues qué le faltaba a usted?
-La primera vez el certificado médico, y la segunda la fe de vida.
-Pues estamos aviados. Yo no los traigo.
-Ni yo. ¿Para qué querrán esos papeles?
-Hombre, yo lo veo bien, porque si te vas a morir de una enfermedad, ¿para qué te vas a andar tirando? -Bueno, eso todavía; pero la fe de vida, ya me dirá usted.
-Eso mismo fue lo que yo les dije, pero me contestaron que no había nada que hacer, que había habido casos de personas que, al irles a hacer el certificado de defunción, ya estaban muertas.
-Pero esto es el colmo; son incapaces de llevar el censo
como Dios manda y encima nos echan la culpa a nosotros. -Sería que en vez de venir a matarse venían a rematarse.
-Qué gracioso es usted. No sé qué puede hacer alguien
tan ingenioso en un sitio como éste. Ya vé.
-No hace ni diez años que venía la gente dándose un paseo desde la parada del metro de ópera, y cogían y se tiraban y Santas Pascuas.
-Le voy a decir yo a usted una cosa: la burocracia; eso es lo que nos está matando.
-A mí, no. Yo me muero de otra cosa.
-… Y de qué, si puede saberse.
-De ganas de saltar el pretil y perderles de vista.
-Ya le dije que es usted muy gracioso.
-Sí, ya me dijo.

Alberto Escudero
https://albertescudero.wordpress.com/
Antología del microrelato español (1906-2011)
Ed. Cátedra – 2012