1.225 – Cosas que me sacan de quicio

 Que en el supermercado sea yo la única que se ponga guantes para coger los tomates y la fruta.
Las espabiladas que intentan colarse.
Que el gilipollas de turno me pregunte si me ha gustado.
Tener que depilarme las axilas.
Ir a ducharme y que no haya agua.
Haberlo organizado todo y que mi jefe me desbarate los planes en un minuto.
Que algún imbécil me suelte lo de lo nuestro no puede ser porque eres mucha mujer para mí y tú te mereces algo mejor.
La regla (cuando viene). La regla (cuando no viene).
Estar continuamente a dieta y que ni se note.
Los pelos en la bañera.
Los pelos en la cama.
Los pelos.
Seguir viviendo con mis padres.
Que un tío en la discoteca me pregunte la edad que tengo.
La cara que pone cuando se la digo. Quemarme la lengua con el café. El pestazo a tabaco en la ropa.
La resaca de los domingos por la mañana.
No acordarme de nada de lo que hice la noche anterior.
La talla de mis pantalones.
Que todavía me salgan granos.
Mirarme al espejo y preguntarme para qué coño voy al gimnasio.
Salir siempre en las fotos con los ojos cerrados. Estas tetazas que tengo.
Que los novios de mis amigas me las miren cuando ellas van al servicio.
Mi nombre.
Los cereales con fibra.
Los cereales bajos en calorías.
Que mi madre me repita cada dos por tres que, como me descuide, se me va a pasar el arroz.
Saber que encima tiene razón.
Las oposiciones.
Los anuncios de cremas contra la celulitis. Cumplir años.
Ser incapaz de dejar de echar de menos al cabrón de Miguel.

José María Cumbreño
Relatos relámpago, Editora regional de Extremadura. Mérida, 2007

1.187 – Objetos. I, El retrovisor

 A pesar de su tamaño, es el más cruel de los espejos. O el más sincero, según se mire. Su principal utilidad no es reflejar el rostro de quien lo contempla, sino mostrarle insistentemente, al tiempo que cree que avanza, lo que ha dejado atrás.

José María Cumbreño
Relatos relámpago, Editora regional de Extremadura. Mérida, 2007

1.074 – Objetos. V, Calendario

 Los romanos establecieron que el interés de cualquier crédito solicitado se debía abonar en las calendas, nombre que daban al primer día de cada mes. Dicha costumbre llevó a los prestamistas a apuntar en sus libros de cuentas, a fin de que los números cuadrasen, una especie de lista confeccionada con las fechas de pago, una lista de calendas, esto es, un calendario. Algo significará que esa lámina decorada que colgamos en la cocina (feliz 2004) y con la que medimos el paso del tiempo en un principio fuese un inventario de deudas.

José María Cumbreño
Relatos relámpago, Editora regional de Extremadura. Mérida, 2007

940 – Objetos. III, Las llaves.

 Instrumento que abre o cierra una puerta.
En plural (las llaves) hace referencia a las de casa.
Dos juegos.
Quedamos en que te pasarías a recoger tus cosas cuando yo no estuviese.
Avísame antes.
Y que luego me las dejarías encima de la mesa.

José María Cumbreño
Relatos relámpago, Editora regional de Extremadura. Mérida, 2007

La bolsita de té

jose mari cumbreno Todas las tardes, Paula, a las cinco en punto (imagino que ésa fue una de las muchas manías que se trajo de Londres), iba a la cafetería que estaba junto al portal de su casa y pedía una taza de agua hirviendo. Al principio, el camarero la miraba con desconfianza. Pero cuando ella le aclaró que le pagaría el doble de lo que costase el té más caro, dejó de preguntar nada. Una vez que tenía sobre la mesa la taza humeante, sacaba del monedero una bolsita, a simple vista igual a la de cualquiera de las muchas variedades que se servían allí, y la introducía en el agua parsimoniosamente.
Y, sí, es cierto que Arthur Bush siempre pidió que lo incinerasen. Lo que ya no estaba tan claro, al menos nadie creía habérselo oído decir, era que deseara que su viuda usase sus cenizas para hacerse, todas las tardes, por muy a las cinco en punto que fuesen, una infusión con ellas.

José María Cumbreño