2.854 – Cuento casi sufi

gonzalo suarez  Recogí a un vagabundo en la carretera. Me arrepentí enseguida. Olía mal. Sus harapos ensuciaron la tapicería de mi coche. Pero Dios premió mi acto de caridad y convirtió al vagabundo en una bella princesa. Ella y yo pasamos la noche en un motel. Al amanecer, me desperté en brazos del maloliente vagabundo. Y comprendí que Dios nos premia con los sueños y nos castiga con la realidad.

Gonzalo Suárez
Por favor, sea breve. Ed, Páginas de espuma 2001

Enamorado

gonzalo suarez El otro día fui a la fuente donde nos besamos por primera vez. Seguía cayendo el agua. Naturalmente, tú no estabas. Y pensé que podías haber sido otra, o no haber existido nunca. De todas formas, sólo nos queda el recuerdo. Puede que, entre nosotros, nunca haya pasado nada. Es posible que todo se deba tan sólo a nuestra imaginación. Es decir, a la mía. Puesto que estoy solo, y de tu vida, desde entonces, no tengo constancia. ¿Has muerto o sigues viva? O quizás eres una simple y estúpida obsesión que exacerba mi melancolía. Una tonta elucubración literaria. Sin embargo, quiere la memoria, falsa o verdadera, jugarme una mala pasada. Hacía frío. Pero ninguno de los dos quería ir a otra parte, mientras caía el agua. Sabíamos, eso me parece, que cuando echáramos a andar, y volviéramos a nuestra casa, el tiempo aceleraría su curso, cumpliendo el sórdido cometido que le corresponde y acabaría separándonos definitivamente. Por eso seguimos abrazados, aferrados el uno al otro, sorbiendo el instante único en nuestros labios, desesperadamente. Así es como recreo nuestro hipotético encuentro en mi mente. Donde quiera que estés, mujer o fantasma, ven en mi ayuda. Tu ausencia no ha dejado de seguirme, como la sombra de mi sombra, y ha ensombrecido mi vida para siempre.
Gonzalo Suárez