3.652 – Solo no soy nada..

  Solo no soy nada, me subsumo y me abismo, pierdo pie y me caigo, desaparezco y me borro. Reconcentradamente indistinto, igual de gastado que una fregona. Inútil incluso para lo mínimo. Junto a vosotros, en cambio, revivo, crezco, esponjo. En el pelotón se compacta la masa, toma forma la forma, la levadura hace subir el bizcocho. Menos mal que estoy dentro de esta bola de cebo, de este cardumen adiposo, de este rebaño de peces.

Mario Pérez Antolín
La más cruel de las certezas

3.399 – El mejor cobijo…

    El mejor cobijo lo he encontrado debajo de los árboles frondosos. Las cúpulas de las iglesias me aplastan, a las casas les falta ventilación, en los puentes la humedad te cala los huesos y adentrarse en las cuevas supone pactar con la negrura. Solo cerca de la corteza de un árbol presiento el acogimiento de las madres.

Mario Pérez Antolín
La más cruel de las certezas. Ed. Baile del Sol, 2013

3.329 – Un carterista…

    Un carterista fue entrevistado por un periódico local. Reproduzco a continuación un extracto:
—¿Cuándo te llevaste la mayor sorpresa?
—En una ocasión, la billetera solamente contenía un papel con esta frase: «Espero que la próxima vez tengas más suerte».
—¿Qué les dirías a los que sufren tus hurtos?
—Me quedo con vuestras carteras y, a cambio, os perdono la vida.
—¿Por qué elegiste este oficio?
—Es el más cabal dentro del hampa, ni siquiera tocas a tus víctimas.
—¿Hay un código deontológico?
—Aunque le parezca mentira, yo no cojo las pertenencias que la gente se deja olvidadas sobre las mesas de los cafés.
—¿Qué te da miedo?
—Encontrar mi foto en una de esas carteras. Mi madre me abandonó cuando tenía cinco años.
—¿Recuerdas tu primera vez?
—Sí, con el dinero que conseguí pude comprar una cartera de piel que aún no me han quitado.

Mario Pérez Antolín
Oscura lucidez. Ed. Baile del Sol. 2015

3.075 – Guarda siempre…

Mario Perez Antolin  Guarda siempre tus auténticas intenciones a buen recaudo y lejos del escrutinio general. Lanza un señuelo que exceda con mucho tus propósitos. Rebájalo después, en un acto simulado de generosidad, y aquello que antes de mala gana era admitido por los antagonistas, ahora se te agradecerá como un regalo. Siguiendo este truco, muchos reyes que querían deshacerse de los conspiradores dictaban su ejecución para conmutarla con posterioridad por la pena de destierro, y de esta manera eran considerados magnánimos en vez de crueles.

Mario Pérez Antolín

2.352 – Guarda…

Mario Perez Antolin  Guarda siempre tus auténticas intenciones a buen recaudo y lejos del escrutinio general. Lanza un señuelo que exceda con mucho tus propósitos. Rebájalo después, en un acto simulado de generosidad, y aquello que antes de mala gana era admitido por los antagonistas, ahora se te agradecerá como un regalo. Siguiendo este truco, muchos reyes que querían deshacerse de los conspiradores dictaban su ejecución para conmutarla con posterioridad por la pena de destierro, y de esta manera eran considerados magnánimos en vez de crueles.

Mario Pérez Antolín
La más cruel de las certezas , Editorial Baile del Sol, 2013

2.346 – Dicen que…

Mario Perez Antolin  Dicen que enloqueció de tanto mirarse por dentro, pero yo sé que otras fueron las causas: cuidaba un canario con verdadero esmero; en la tertulia de los domingos era recibido como un camarada; sus hijos, a los que apenas escribía, nunca faltaron en Navidad ni en sus cumpleaños; después de comer se daba un pequeño paseo con su viejo automóvil por los caminos de siempre. Estas cosas lo mantenían a flote, y, poco a poco, las fue perdiendo: el canario murió, disolvieron la tertulia, los hijos emigraron y no consiguió renovar el carné de conducir. Entonces supo que tenía que abandonar este mundo de una u otra forma, y el suicidio le acobardaba.

Mario Pérez Antolín
La más cruel de las certezas. Ed. Baile del Sol, 2013

1.887 – Puestos…

Mario Perez Antolin  Puestos a elegir uno de los muchos sarcasmos con que el destino se mofa de nosotros, me quedo con el caso de José Asunción Silva. A este insigne poeta sólo le quedaban, de su en otro tiempo boyante patrimonio, diez pesos en la cartera antes de pegarse un tiro en el corazón (un médico le pintó en el pecho el lugar exacto de esta víscera para que no fallara) allá por el año 1896; y ahora son miles los billetes que llevan su efigie impresa por todos los rincones de Colombia.

Mario Pérez Antolín
http://nalocos.blogspot.com.es/2011/05/mario-perez-antolin.html