Me voy a fumar todo el tabaco que encuentre en el estanco. Me beberé toda la ginebra que me escondan.
Insomnes serán todos mis sueños. No volveré a probar bocado alguno.
Me alejaré del agua, del mar y de tus versos. Luego, si me queda tiempo, me olvidaré de ti.
Categoría: Alejandra Díaz Ortiz
1.281 – Lágrimas negras
Si de llorar se trata, lo mejor es picar una cebolla mediana muy finita.
Luego, tres jitomates bien coloraditos que se deben mezclar con un manojo pequeño de cilantro.
Para terminar, tres aguacates maduros bien bañaditos en limón verde, a fin de que no se pongan negros. Como las lágrimas.
Se agrega un buen chorro de aceite y sal al gusto.
Con el mismo gusto que hay en maldecir a quien se fue.
Una vez bien llorada la pena, el guacamole se sirve con totopos o chicharrones crujientes, pero sin rencores. Dice mi abuela que el aguacate y la muina no se llevan bien.
Les recomiendo acompañarlo con buen tequila blanco o reposado, sin olvidar a José Alfredo cantando «Ando volando bajo»…
¡Ay, dolor, ya me volviste a dar!
Alejandra Díaz-Ortiz
Pizca de Sal.Trama Editorial 2012
1.273 – Los siete pecados evitables
Hugo saludó al insomnio en plena madrugada. Palpó el cuerpo que dormía a su lado.
Los recuerdos mitigaron el silencio. En la penumbra de la habitación apenas alcanzó a distinguir los últimos años de su vida.
Echó de menos la lujuria de los primeros días con Lola. La gula con la que saciaban sus cuerpos. Por aquel entonces, ella era la mujer de otro. Tras las despedidas, al caer la noche, él enfermaba de ira al quedarse solo. La envidia no le dejaba dormir al imaginar «al otro» durmiendo al lado del cuerpo de su pasión.
La avaricia le cegó la razón. Una de esas tardes de amor clandestino, invadido de soberbia, se la jugó: « O te quedas conmigo o no vuelvas». Ella se quedó.
Hugo cerró los ojos. Le gustaría entender por qué, desde entonces, la pereza también se quedó a vivir con ellos.
Alejandra Díaz-Ortiz
Pizca de Sal.Trama Editorial 2012
1.213 – 1.536
Como cada domingo en los últimos treinta y dos años, Jesús se levantó a las ocho de la mañana. Se bañó. Desayunó con su madre y luego se fueron a misa de once. Antes de volver a casa, tomaron un mosto en el bar del centro y a la una en punto se sentaron a comer pollo asado con patatas: mil quinientos treinta y seis pollos, desde entonces.
A esa hora, Jesús comenzaba a sentirse inquieto. Le desesperaba la lentitud con que su madre daba cuenta de un simple muslo de pollo, pero él no podía abandonar la mesa hasta que ella acabara de comer.
Terminado el postre, se hacía cargo de dejar limpia la cocina, de situar a su madre frente al televisor, dar de comer a las gallinas y a los perros, y de lavar el patio, hasta que el reloj marcaba las cinco en punto. Entonces, entraba en casa, daba un beso a su madre y se montaba en el coche, directo y sin escalas hasta el Punto Cero.
Le gustaba llegar el primero. Así encontraba a las chicas limpias, según decía.
Mil quinientas treinta y seis horas de amor gratificado, desde entonces…
Alejandra Díaz Ortiz
Cuentos Chinos. Trama Editorial-2009
1.200 – Hipoteca
Como si de una gran inmobiliaria se tratase, la religión se presenta como la mejor opción para adquirir una parcela en la eternidad.
La cosa es sencilla. Tú hipotecas tu vida y la inmobiliaria se encarga del resto.
Lo más común es pagar con valores morales hermanados a los valores económicos con que puedas disponer para tal inversión. Son estos últimos los que te pueden mejorar la parcela: a más valores invertidos, más favores celestiales se prometen.
La adquisición es de pura fe.
En lo personal, aún no he conseguido conocer a ningún vecino de aquellos barrios, por lo que, incrédula que es una, prefiero seguir viviendo de alquiler.
Alejandra Díaz-Ortiz
Pizca de sal. Trama editorial – 2012
1.178 – ¿La belleza?

A Luis Eduardo, porque sí. ..
Dice ella: la belleza es cuando tirada sobre la cama te espío mientras te miras al espejo. Veo tu nuca, muro de mis besos; tu espalda, mi trinchera; tu hermoso trasero, principio de tus firmes pasos. Luego, me deslizo en tu reflejo: tus ojos que no paran de hablar. Tu pecho, refugio de mis miedos. Tu ombligo, misterio de la vida.
Y cuando me sorprendes atisbando, advierto, entonces, la dureza de tu amor por mí…
Eso es la belleza… lo demás son tonterías.
Alejandra Díaz Ortiz
Cuentos Chinos. Trama Editorial-2009
1.164 – Birlibirloque
Nació en año bisiesto, lo que ya per se lo hacía especial. Sus padres le convencieron de que él sólo podría cumplir años cuando el calendario marcara la fecha de su nacimiento: 29 de febrero. Así que, mientras sus amigos sumaban cuatro décadas, él apenas celebraba su décimo cumpleaños.
Le llamaron Bienvenido, motivo de más de cuatro disgustos escolares. Sus padres le aseguraron que lo bautizaron con tal santo por la felicidad que les produjo su llegada. La verdad es que fue el señor cura, faltó de inspiración, que, tras mirar el cartel de la puerta del bar, decidió llamarlo así.
A los ocho años, el oftalmólogo le incrustó unas feas y pesadas gafas, con la intención de corregir la bizquera que le hacía tropezar con cuanto objeto se le ponía por delante. Una vez más, sus padres le engañaron. Le juraron que así se veía más guapo y algo mayor. El creyó creerles.
En la adolescencia se sintió bisexual. Igual de fuerte era el amor que sentía por Rosita, su compañera de banca, que por Perico, el portero del equipo de fútbol. Fue el nuevo cura el que le convenció de que sentir todo eso, era el mayor de los pecados. «Con rezar quince padres nuestros y un baño helado cada noche, se te quitarán los malos pensamientos», le recetó.
En el patio del instituto aprendió a fumar con un cigarrillo bisonte. Esta vez, fue él quien se descubrió engañando a sus padres. Y le gustó.
Se graduó de bibliotecario. Al poco tiempo, raposeando al secretario, se hizo jefe de la Biblioteca Provincial, a la que iba cada mañana ?y salía cada tarde? con la bicicleta en la mano. Nunca consiguió mantener el equilibrio.
Una tarde tuvo que llamar la atención a dos mujeres que bisbiseaban en un rincón de la sala de lectura. Una se llamaba Bibiana. Con ella se casó. Pero, se enamoró de la otra. Así que, mintiendo un poco a cada una, se hizo con las dos.
Entrados los cincuenta, tuvo que pasar una temporada en el pabellón de psiquiatría del Hospital Central, diagnosticado de un severo trastorno bipolar. No le resultó difícil aparentar delante del médico, de la enfermera y hasta del celador. Volvió a casa cargado de pastillas.
Sus mujeres le abandonaron al poco de llegar. Las dos, cada una en su casa, le reclamaron su mal carácter. «Un mal bicho te has vuelto», dijo una. «Es bilis lo que te corre por las venas», le dijo la otra. De ninguna de las dos volvió a tener razón.
Lo cierto es que, no estaban equivocadas. El tratamiento para mantenerlo cuerdo, le estaba carcomiendo las entrañas. La biopsia no mintió.
Por eso, desde entonces, Bienvenido se pasa los días puliendo el exquisito arte del birlibirloque que tan bien aprendió de sus mayores. A la vida ya la tiene engañada. A la muerte, no la dejará llegar. No, al menos, hasta cumplir la mayoría de edad.
No en vano había nacido bisiesto…
Alejandra Díaz Ortiz
Cuentos Chinos. Trama Editorial-2009
1.159 – Cenicienta
Lejos estaba de imaginar que aquel beso perdido en mitad de la noche sería la sentencia al deseo perpetuo de volverlo a encontrar.
El problema era que los labios que iba probando no eran de su talla.
Tendría que seguir buscando.
Alejandra Díaz-Ortiz
Cuentos Chinos. Trama Editorial-2009
1.137 – Al punto
Mientras el señor de la mesa cuatro elige su menú, ignora que en la cocina Everardo acaba de matar a Roco, el gerente en turno, sospechoso de ser el objeto de los excesos clandestinos de Lupita, la camarera. Por las noches, su mujer.El cliente de la tal mesa se decide por una ensalada y un lomo al punto, tras un breve intercambio de sugerencias con la mujer que le acompaña:
-¡Pero, María! ¿Cómo es que piensas pedir pescado? Date cuenta que estamos en la parrilla de las mejores carnes de la ciudad. No sé cómo o qué les echarán, pero ya me gustaría a mí saber su secreto, porque mejores no he comido…
Él ignora que Lupita, la recién ascendida al cargo de «gerente emergente en funciones», está ordenando, en ese momento, que metan a Roco a la cámara frigorífica. Que limpien la sangre del suelo y que atiendan la última comanda. La de la mesa cuatro.
Everardo, el pinche convertido en inesperado cocinero en jefe, apenas y se atreve a mostrar a su nueva jefa la hoja de existencias. Con la cabeza gacha, extiende una temblorosa mano que sostiene el papel en el que, precisamente, se indica que lomo de buey es lo que no hay. Lupita, impasible, deja caer su mano sobre la tabla de picar, justo sobre el arma del delito.
¡Supremo!, declara el cliente, satisfecho al ver su kilo de carne en el centro de la mesa. Al tiempo que se deleita con una buena tajada, insiste a su compañera de mesa:
– ¿Lo ves, hermosa?… Mira si la carne es fresca en este lugar… Fíjate en las manchas de sangre que lleva la chica en el delantal… ¡Hasta parece que acaban de matar al buey!…
Alejandra Díaz-Ortiz
http://alejandradiazortiz.wordpress.com/2012/04/09/al-punto/
1.077 – Buena voluntad
Créeme, de ayer no pasa que yo te quiera…