Leía todas las oraciones de todas las biblias, de todos los libros sagrados, rezaba a todos los dioses y era zoólatra, idólatra, politeísta y monoteísta… Todo el día lo dedicaba a todos los cultos.
Y murió, y al entrar en el reino de las sombras se encontró con un Dios que no estaba citado en ninguna de sus teogonías, un Dios extraño y callado que le cogió y le amasó en la masa común, otra vez en el barro común.
Categoría: Ramón Gómez de la Serna
3.271 – La vuelta del otro
Resucitó el otro. Aquel perdido por el abortivo fulminante; aquel que la dejó a ella amarilla como la cera y a él pálido como el asesino y con la boca más sumida que nunca.
Resucitó ahora, cuando ya en el matrimonio era más entretenido tener un hijo, y habían pensado que eso les uniría en la desunión terrible que reinaba entre ellos. Aunque recordaban vagamente aquel niño ya casi con vida que mataron, tan hermoso, con esa alegría en el rostro de los hijos del amor libre, se notaba enseguida que éste tenía las mismas facciones.
Era el otro que volvía. Volvió a vengarse de que le hubiesen matado y por lo pronto lloraba a todas horas.
Tenían miedo. ¿Cómo les miraría cuando les pudiese reconocer?…
Ramón Gómez de la Serna
Antología del microrelato español.Ed. Cátedra. 2012
3.195 – El sentenciado a diez muertes
Aquel hombre vagabundo que había dado la vuelta a la tierra volvió un día a su ciudad. En su ciudad la policía le preguntó cómo se llamaba, pero él no se acordaba de eso, él, distraído con todas las cosas que merecían su atención, había olvidado eso.
Entonces le metieron en la cárcel, le empapelaron, y después que se acabaron todas las diligencias le sentenciaron diez veces a la pena de muerte por diez delitos misteriosos de los que no se había encontrado al autor, y le mataron una sola vez, pero de un modo definitivo, porque no podía hacerse otra cosa. Él, el pobre hombre que no había cometido ninguno de los delitos que se le imputaban, hasta se arrepintió al final. La Justicia respiró, porque, si bien sólo había matado al infeliz buen hombre «que no se acordaba de sus apellidos», había logrado dar solución a aquellos crímenes que no podían quedar sin castigo y había dado su verdad al axioma de que «la Justicia tarde o temprano triunfa».
Ramón Gómez de la Serna
Antología del microrelato español.Ed. Cátedra. 2012
3.189 – El fanático de Dios
Leía todas las oraciones de todas las biblias, de todos los libros sagrados, rezaba a todos los dioses y era zoólatra, idólatra, politeísta y monoteísta… Todo el día lo dedicaba a todos los cultos.
Y murió, y al entrar en el reino de las sombras se encontró con un Dios que no estaba citado en ninguna de sus teogonías, un Dios extraño y callado que le cogió y le amasó en la masa común, otra vez en el barro común.
Ramón Gómez de la Serna
Antología del microrelato español.Ed. Cátedra. 2012
2.923 – Invención del Carnaval
En aquel primer Carnaval del mundo, cuando aún no existían más seres humanos que los que componían la primera pareja, Adán sintió ganas de disfrazarse para dar broma a Eva, y tomando un pámpano, le abrió los dos agujeros de los ojos y lo convirtió en careta. Después envolvió su cuerpo en grandes hojas de tabaco y de esa guisa se dirigió a Eva.
Eva, un poco sorprendida ante aquella voz de falsete que le preguntaba con insistencia: «¿Quién soy?, ¿quién soy?», respondió:
—¡Pedro!
Ramón Gómez de la Serna
Disparates y otros caprichos
2.818 – El burro zancón
Recuerdo mi entrada buscando algo en un corral, ya tarde, cuando había oscurecido, en aquel pueblo de Castilla.
Había pisado las piedras puntiagudas, los morrillos puntiagudos, que son los que más sensación de la realidad me han dado en la realidad, y fui a aquella casa a buscar a Lucio, un criado patudo, al que le salía perilla de chivo por toda la sotabarba.
-Espera un poco que eche de comer a los animales… Es su hora…
El burro gris, zancudo, de Lucio estaba sentado como después he visto que Goya pintó sentados a los burros, y a la luz del farol vi que escribía… ¿Qué escribía?… Me acerqué y vi que escribía: El Quijote. Tercera parte…
Eso es lo que yo recuerdo confusamente, apareciéndoseme aquel corral a esa hora, en que las bestias son personas porque la fuerza de la realidad permite una cosa así… Sospecho que aquella tercera parte del Quijote debía estar bien de realidad, además de escrita en el mejor y más puro de los castellanos, en el castellano del rebuzno, que es el más denso y sesudo.
Ramón Gómez de la Serna
Después de troya.(Edición de Antonio Serrano Cueto). Menoscuarto Ediciones. 2015
2.224 – El hielo
1.825 – Los campanarios…
1.618 – Las estrellas…
1.507 – Sueño del violinista
Siempre había sido el sueño del gran violinista tocar debajo del agua para que se oyese arriba, creando los nenúfares musicales.
En el jardín abandonado y silente y sobre las aguas verdes, como una sombra en el agua, se oyeron unos compases de algo muy melancólico que se podía haber llamado «La alegría de morir», y después de un último «glu glu» salió flotante el violín como un barco de los niños que comenzó a bogar desorientado.