-Por favor, recapitulemos las premisas de la investigación para llegar a una conclusión viable.
-Todo comenzó cuando Sancho se esfumó, como por arte de magia, de la faz de la tierra. En un principio desconfiamos de la locura de su amo, pero las sospechas que recayeron sobre el hidalgo se disiparon pronto. A las dos semanas borraron al capitán Haddock. No quedó ni rastro de ese borracho en ninguna viñeta. Nosotros entramos en acción cuando Rick nos pidió que investigásemos la desaparición de Sam, el pianista negro, de todos los fotogramas de la película. Desde entonces, barajamos varias hipótesis que nos han llevado a una conclusión: un psicópata está asesinando a los personajes secundarios. Nuestra conjetura quedó confirmada cuando recortaron de las hojas a los Dalton, dejando un maligno vacío que superaba a los propios personajes. Tacharon los diálogos de todas las hijas de Bernarda Alba y taparon con típex las palabras del alférez Yago. De todo ello, si me permite, y siempre desde el punto de vista freudiano, he elaborado una teoría propia: el homicida tan solo puede ser un personaje egocéntrico que, movido por los celos profesionales hacia un secundario cercano a él que le hace sombra en lo laboral, ha decidido librarse de todos los de su especie. Es decir, el psicópata es un personaje protagonista que desea brillar en solitario y quiere librarse de la candela refulgente que le acompaña. ¿Estoy en lo cierto?
-Elemental.
Categoría: Manu Espada
1.046 – Matrioskas
Grigori Aleksandrov, grumete de a bordo, hace sonar la bocina del acorazado Potemkin cuando está a punto de llegar al otro lado del plato. El buque casi choca contra un fideo, pero una cucharada baja el nivel de la sopa y el navío sortea el obstáculo. En la orilla asoman el cimborrio de una catedral gótica, las escaleras de Odesa y el ático de un rascacielos soviético. En el piso cincuenta y cuatro, Sergéi Mijáilovich Eisenstein, pensativo, saca el barco de papel del plato y continúa escribiendo el guión de la película.