Alba y Rafael habían estado casados muchos años. Llegados a la vejez, Rafael advirtió que, durante toda la vida en común, su mujer se había relacionado con él emitiendo constantes instrucciones. Las cosas que debía hacer, las que no había hecho y las que había cumplido sin satisfacer a su cónyuge se transformaban en instrucciones precisas y ásperas, recibidas por él como descargas eléctricas. «Haz esto», «No hagas aquello» y «No lo hagas así» eran las fórmulas básicas. Rafael no osaba decir nada por miedo a que Alba le respondiera con un conjunto de instrucciones para quejarse. Sólo una vez dejó traslucir sus sentimientos. En el desván encontraron su cadáver con un papel prendido en la solapa, en el que había escrito: «¿Está bien así?».
Categoría: David Lagmanovich
1.860 – El sabio
1.519 – Ágrafo
1.441 – Escrituras
La línea levantó la cabeza y me mordió la mano con que la escribía. Comprendí que mi obsesión con el microrrelato era excesiva y me puse a escribir un cuento de extensión convencional. Un párrafo se enroscó y saltó hacia mí, hiriéndome en el calcañar con su cola ponzoñosa. Entonces me instalé en el territorio más conocido de la novela. Algunos capítulos suscitan mi desconfianza. Vivo inquieto, maquinando estrategias para proteger la yugular.
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958 – Vanidad de escritor
Aquel escritor era tan vanidoso, que se ofendió mortalmente con su editor porque no lo había incluido en una antología de los grandes plagiarios del siglo.
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937 – Últimas palabras
A quien pueda interesar le comunico que no me interesa.
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La ruptura
-Vengo a decirte que me he dado cuenta de que he dejado de quererte -dijo Viviana apenas entró en la oficina, después de cerrar delicadamente la puerta tras sí.
Luis apartó los ojos de la pantalla del ordenador, los posó en Viviana, y de inmediato desplazó la mirada hacia la ventana, por la cual se alcanzaba a ver un trozo de cielo plomizo y un fragmento de jacarandá en flor.
-¿No me has oído, Ricardo? Ya no te quiero -insistió Viviana.
-Es que no soy Ricardo -respondió Luis con aire cansado.
-¿Qué importa? Te suplico que no conviertas esto en una discusión sobre nombres. Se acabó mi amor por ti, y basta.
-Está bien, está bien, Nelly –dijo Luis-. No quiero convertir nada en una cuestión de nombres. Es más: no quiero tener ninguna discusión contigo. En la oficina de al lado está Vicente: ve a comunicarle que dice Paco que ya no lo quiere, y en paz.
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