Compra esta lámpara: puedo realizar todos los deseos de mi amo, dice secretamente el genio al asombrado cliente del negocio de antigüedades, que se apresura a obedecerlo sin saber que el genio ya tiene amo (el dueño del negocio) y un deseo que cumplir (incrementar la venta de lámparas).
Categoría: Ana María Shua
3.627 – 214
Lo cierto es que las sirenas desafinan. Es posible tolerar el monótono chirrido de una de ellas, pero cuando cantan a coro el efecto es tan desagradable que los hombres se arrojan al agua para perecer ahogados con tal de no tener que soportar esa horrible discordancia. Esto les sucede, sobre todo, a los amantes de la buena música.
Ana María Shua
Cazadores de letras. Ed. Páginas de Espuma.2009
3.396 – 100
3.389 – Conquista de la Nueva España IV
-Mis cortesías, mis respetos -dice el conquistador, con grave sonrisa y reverencia.
-Mis escupitajos, mis insultos -traducen los lenguas, imitando su gesto.
Los mexicanos entienden perfectamente. Sonríen y devuelven los cumplidos. Besan la tierra con las manos y la boca, preparan secretamente las armas.
Los lenguaraces serán recompensados con justicia por el bando que resulte triunfador. ¿Acaso una traducción más literal habría evitado la guerra?
Ana María Shua
Cazadores de letras. Ed. Páginas de Espuma.2009
3.315 – El iluso y los incrédulos
Hace calor. En el bar un grupo de hombres miran sin mirar los polvorientos rayos de luz que se filtran a través de la persiana.
—Puedo caminar por esos rayos —dice el iluso.
Los hombres se ríen y hacen apuestas. El iluso trepa de un salto a uno de los rayos de luz, intenta dar un paso tambaleante y cae. Los incrédulos cobran sus apuestas.
Ana María Shua
Cazadores de letras. Ed. Páginas de Espuma.2009
3.303 – 174
3.187 – Se quiso quedar
Todos los patitos se fueron a bañar y el más chiquitito se quiso quedar. El sabía por qué: el compuesto químico que había arrojado horas antes en el agua del estanque dio el resultado previsto. Mamá Pata no volvió a pegarle: a un hijo repentinamente único se lo trata – como es natural-, con ciertos miramientos.
Ana María Shua
3.178 – Su viuda y su voz
De las cañerías provenía un ruido fuerte y triste al que ella suponía la voz de su marido muerto. Todas las cañerías hacen ruido, argumentaban sus amigos. En todas las cañerías se manifiesta su espíritu, decía ella. Todas las cañerías hacían ruido cuando él estaba entre nosotros, argumentaban sus amigos. Pero solamente ahora me hablan de amor, decía ella.
Ana María Shua
Ciempiés. Los microrelatos de Quimera. Ed. Montesinos. 2005
3.177 – Bebé voraz
De vez en cuando, casi involuntariamente, el bebé muerde el pezón. Después sigue mamando. La madre lanza un breve grito pero inmediatamente recupera su placidez. Aunque progresivamente pálida, debilitada, mamá extraña durante el día a ese bebé gordo y rosado que sólo llega de noche, que se va gateando por el jardín poco antes del amanecer.
Ana María Shua
Cazadores de letras. Ed. Páginas de Espuma.2009
3.176 – Actuar la muerte
Un hombre se tiró por el balcón delante de un grupo de amigos. Uno de ellos alcanzó a sujetarlo de una mano. Haciendo un esfuerzo descomunal, el suicida se izó lo suficiente como para morder la mano que lo sostenía y deslizarse definitivamente hacia el vacío. Esto no es un cuento. Este hombre, que era actor, tuvo el valor de luchar por su propia muerte, pero no el de matarse sin espectadores.