Los sueños de Helena

eduardo galeano1 Aquella noche hacían cola los sueños, queriendo ser soñados, pero Helena no podía soñarlos a todos, no había manera. Uno de los sueños, desconocido, se recomendaba:
-Suéñeme, que le conviene. Suéñeme, que le va a gustar.
Hacían la cola unos cuantos sueños nuevos, jamás soñados, pero Helena reconocía al sueño bobo, que siempre volvía, ese pesado, y a otros sueños cómicos o sombríos que eran viejos conocidos de sus noches de mucho volar.

Eduardo Galeano

Dicen las paredes /2

eduardo galeano35En Buenos Aires, en el puente de La Boca:
Todos prometen y nadie cumple. Vote por nadie.
En Caracas, en tiempos de crisis, a la entrada de uno de los barrios más pobres:
Bienvenida, clase media.
En Bogotá, a la vuelta de la Universidad Nacional:
Dios vive.
Y debajo, con otra letra:
De puro milagro.
Y también en Bogotá:
¡Proletarios de todos los países, uníos!
Y debajo, con otra letra: (Último aviso.)


Eduardo Galeano

El diagnóstico y la terapéutica

eduardo galeano2El amor es una enfermedad de las más jodidas y contagiosas. A los enfermos, cualquiera nos reconoce. Hondas ojeras delatan que jamás dormimos, despabilados noche tras noche por los abrazos, o por la ausencia de los abrazos, y padecemos fiebres devastadoras y sentimos una irresistible necesidad de decir estupideces.
El amor se puede provocar, dejando caer un puñadito de polvo de quereme, como al descuido, en el café o en la sopa o el trago. Se puede provocar, pero no se puede impedir. No lo impide el agua bendita, ni lo impide el polvo de hostia; tampoco el diente de ajo sirve para nada. El amor es sordo al Verbo divino y al conjuro de las brujas. No hay decreto de gobierno que pueda con él, ni pócima capaz de evitarlo, aunque las vivanderas pregonen, en los mercados, infalibles brebajes con garantía y todo.

Eduardo Galeano

El crimen perfecto

eduardo galeano1En Londres, es así: los radiadores devuelven calor a cambio de las monedas que reciben. Y en pleno invierno estaban unos exiliados latinoamericanos tiritando de frío, sin una sola moneda para poner a funcionar la calefacción de su apartamento.
Tenían los ojos clavados en el radiador, sin parpadear. Parecían devotos ante el tótem, en actitud de adoración; pero eran unos pobres náufragos meditando la manera de acabar con el Imperio Británico. Si ponían monedas de lata o cartón, el radiador funcionaría, pero el recaudador encontraría, luego, las pruebas de la infamia.
¿Qué hacer?, se preguntaban los exiliados. El frío los hacía temblar como malaria. Y en eso, uno de ellos lanzó un grito salvaje, que sacudió los cimientos de la civilización occidental. Y así nació la moneda de hielo, inventada por un pobre hombre helado.
De inmediato, pusieron manos a la obra. Hicieron moldes de cera, que reproducían las monedas británicas a la perfección; después llenaron de agua los moldes y los metieron en el congelador.
Las monedas de hielo no dejaban huellas, porque las evaporaba el calor.
Y así, aquel apartamento de Londres se convirtió en una playa del mar Caribe.

Eduardo Galeano

Ventana sobre una mujer /2

eduardo galeano34La otra llave no gira en la puerta de la calle.
La otra voz, cómica, desafinada, no canta desde la ducha. En el baño no hay huellas de otros pies mojados. Ningún olor caliente viene de la cocina.
Una manzana a medio comer, marcada por otros dientes, empieza a pudrirse sobre la mesa.
Un cigarrillo a medio fumar, muerto gusano de ceniza, tiñe el borde del cenicero.
Pienso que debería afeitarme. Pienso que debería vestirme. Pienso que debería.
Llueve agua sucia dentro de mí.
Eduardo Galeano

Las cárceles mas baratas del mundo

eduardo galeano34Franco firmaba las sentencias de muerte, cada mañana, mientras desayunaba.
Los que no fueron fusilados, fueron encerrados. Los fusilados cavaban sus propias fosas y los presos construían sus propias cárceles.
Costo de mano de obra, no hubo. Los presos republicanos, que alzaron la célebre prisión de Carabanchel, en Madrid, y muchas más por toda España, trabajaban, nunca menos de doce horas al día, a cambio de un puñado de monedas, casi todas invisibles. Además, recibían otras retribuciones: la satisfacción de contribuir a su propia regeneración política y la reducción de la pena de vivir, porque la tuberculosis se los llevaba más temprano.
Durante años y años, miles y miles de delincuentes, culpables de oponer resistencia al golpe militar, no sólo construyeron cárceles. Fueron también obligados a reconstruir pueblos derruidos y a hacer embalses, canales de riego, puertos, aeropuertos, estadios, parques, puentes, carreteras; y tendieron nuevas vías de tren y dejaron los pulmones en las minas de carbón, mercurio, amianto y estaño.
Y empujados a bayonetazos erigieron el monumental Valle de los Caídos, en homenaje a sus verdugos.
Eduardo Galeano

Última voluntad

eduardo galeano35La Coruña, verano de 1936: Bebel García muere fusilado.
Bebel es zurdo para jugar y para pensar.
En el estadio, se pone la camiseta del Depor. A la salida del estadio, se pone la camiseta de la Juventud Socialista.
Once días después del cuartelazo de Franco, cuando acaba de cumplir veintidós años, enfrenta el pelotón de fusilamiento:
-Un momento -manda.
Y los soldados, gallegos como él, futboleros como él, obedecen.
Entonces Bebel se desabrocha la bragueta, lentamente, botón tras botón, y de cara al pelotón echa una larga meada. Después, se abrocha la bragueta:
-Ahora sí.
Eduardo Galeano