2.908 – Ser estatua

rafael perez estrada  Amó con pasión desmedida a una estatua. Fue un juego de caricias y deseos. Para hacerse igual a ella, permanecía silencioso y quieto, esperando de este modo entenderse mejor con aquella figura apasionante. Si al menos -pensaba- las palomas retuvieran el vuelo sobre mi cabeza, o la yedra se enredara a mis pies, o un loco estudiante dibujara grafitos demagógicos en mi espalda, o un niño brutal me destrozase de un pelotazo la nariz, sabría que estoy en el buen camino de ser estatua, de ser correspondido.

Rafael Pérez Estrada
Después de troya.(Edición de Antonio Serrano Cueto). Menoscuarto Ediciones. 2015

2.891 – Tenía la belleza…

rafael perez estrada  Tenía la belleza de los tibios de corazón, la palidez de los lujuriosos, y un amor desmedido por los pájaros. Desnudo, gustaba -un hábito secreto de quien padece insomnio- probarse alas, artificiosos aparatos trenzados con paciencia, aunque su verdadera pasión eran los atardeceres marinos: ¡Ver ahogarse la tarde!, decía como quien señala la destrucción del tiempo.

 Rafael Pérez Estrada

2.770 – Tenía…

rafael perez estrada  Tenía la belleza de los tibios de corazón, la palidez de los lujuriosos, y un amor desmedido por los pájaros. Desnudo, gustaba -un hábito secreto de quien padece insomnio- probarse alas, artificiosos aparatos trenzados con paciencia, aunque su verdadera pasión eran los atardeceres marinos: ¡Ver ahogarse la tarde!, decía como quien señala la destrucción del tiempo.

Rafael Pérez Estrada

2.317 – Amanita sanguinaria

rafael perez estrada  Como insaciable es tenida esta amanita. De un hermoso y ardiente color púrpura, esta criptógama es causa de la palidez y el decaimiento de quienes practican el amor en sus proximidades.
A esta seta -cuyo aspecto sugiere la riqueza de una metáfora que atañe a un granate vital- le son de aplicación cuantas leyendas traman el mito del vampiro.
Lucrecia Borgia -para que la lividez de su cutis realzara la pasión de sus labios- solía descansar en los atardeceres romanos sosteniendo entre sus senos la levedad de una de estas amanitas. Siglos más tarde, en pleno escándalo romántico, el escultor Andrea Visconti es detenido por el crimen de haber dado muerte a dos jóvenes a las que sometió al hongo «para admirar en sus cuerpos la elegancia nívea del mármol».

Rafael Pérez Estrada