2.107 – El carpintero

david_lagmanovich_jmv  José aceptó el anuncio del ángel sobre el embarazo de su mujer, María, con tranquilidad y sin demasiadas averiguaciones. No prestó mucha atención al asunto, pues estaba preocupado por las condiciones de una madera, desconocida para él, de que había oído hablar. Al parecer ese material procedía de Oriente: tendría que esperar el paso de una caravana para obtener algunos tablones. Con ellos elaboraría muebles para sus amos romanos, los únicos que pagaban un buen precio por su trabajo. La cuestión del Mesías le interesaba también, pero menos. Después de todo, un buen carpintero no tenía por qué meterse en política.

David Lagmanovich
Los cuatro elementos. Ed Menoscuarto. 2007

2.083 – Literal

david_lagmanovich_jmv  Mi mente es literal. Cuando les sugerí que probaran la fruta del árbol, quise decir exactamente eso. No es culpa mía si ellos tomaron mis dichos, inocentemente gastronómicos, en un sentido metafórico que irritó al dueño del jardín -dijo la serpiente.

David Lagmanovich
Los cuatro elementos. Ed. Menoscuarto.2007

2.045 – Títulos

DAVID LAGMANOVICH  Mi amigo escritor publicó un libro de microrrelatos que tituló La hormiga escritora. Los textos incluidos eran diminutos y tenían cierta mordacidad que evocaba la picadura del insecto. El libro, de distribución gratuita, fue bien recibido por sus parientes y amigos, entre los cuales tengo el honor de contarme.
Luego compuso otro volumen, llamado La tortuga veloz. No tuvo el mismo éxito porque, a pesar de las implicaciones del título, quienes lo adquirieron lo consideraron de lectura un tanto laboriosa, lo que perjudicó la venta de la obra.
Ahora mi amigo está a punto de intentar la publicación de un tercer libro de minificciones, al que no sabe si titular El ciervo perplejo o, tal vez, La mosca que no sabía volar. En esas dudas se le van los días, y el libro no acaba de ser enviado al editor. Éste, por su parte, propone un título alternativo: El zoólogo ignorante.

David Lagmanovich
Los cuatro elementos. Ed Menoscuarto. 2007

2.019 – Nombres

david_lagmanovich_jmv  En una visita a la cárcel, el Gobernador preguntó -así dijo- por determinado «penado» que había sido su jardinero antes de caer en manos de la justicia. Un funcionario le advirtió que ya no se hablaba de penados, ni siquiera de internos, sino de «pupilos». No obstante, cuando el Gobernador intentó usar esta palabra en un discurso, sus asesores le recomendaron que escogiera una aun más neutra. «Residente», le explicaron, era ahora la expresión políticamente correcta. Lo tuvo en cuenta el Gobernador cuando firmó un decreto en el que conmutaba penas, entre otros, a su antiguo jardinero. El residente de la cárcel, que antes había sido pupilo, aun antes interno o penado, y a la vieja usanza, asesino, salió de la cárcel según el régimen de libertad condicional y, precisamente en vísperas de Navidad, asesinó al Gobernador.

David Lagmanovich
Los cuatro elementos. Ed Menoscuarto. 2007

1.950 – El viaje

DAVID LAGMANOVICH  Si el lugar al que vamos estuviera cerca, si supiéramos cuál es el destino del viaje, si algún vocero autorizado aclarase cuál es su motivo, si los compañeros de viaje pronunciaran aunque solo fuera una palabra, si hubiera por lo menos algunos bancos para sentarse en esta barca que hace el viaje en medio de la noche, si el batelero no fuera una figura sombría oculta en sus vestiduras talares, tal vez podríamos disfrutar de este viaje que no sabemos cómo empezó, este viaje cuyo final no nos animamos a sospechar.

David Lagmanovich
Los cuatro elementos, Menoscuarto, Palencia, 2007

1.924 – Dormidos

DAVID LAGMANOVICH  Hay poca gente en este bar. Cuatro camareros, en grupos de dos, hacen tiempo -¿para qué?- apoyados en el mostrador. El nuevo parroquiano trata de llamar la atención de alguno, pero no tiene éxito y decide concentrarse en la lectura de una novela. El tiempo comienza a pasar y él quiere un café, quizá con una aspirina para atenuar su permanente jaqueca. La novela se torna cada vez más complicada. Uno de los personajes se dirige a él, al lector, usando su nombre propio y en tono admonitorio: «Juan Esteban, no te metas con mi hermana o terminarás mal». Él mira en dirección a los camareros y sólo percibe un desinterés absoluto ante lo que está ocurriendo. Cierra el libro violentamente y lo deja sobre la mesa. Siente que algo salta de las páginas y se encuentra con el personaje que le ha hablado, ahora de carne y hueso, sentado frente a él. Intenta por última vez más llamar a un camarero, pero los cuatro están dormidos. No le queda más remedio que despertar.

David Lagmanovich
Los cuatro elementos. Ed Menoscuarto. 2007

1.904 – Utilidad de los aeropuertos

DAVID LAGMANOVICH  Los aeropuertos son grandes lugares de encuentro. Se topan allí el psicoanalista con el ex paciente que sostiene la innata estupidez de Freud, el torturador con la hija de una de sus víctimas y, sobre todo, la divorciada con su ex marido y la nueva pareja de él. No se sabe si van juntos a alguna parte, pero no cabe duda de que se encuentran y sonríen. Los asesinatos pueden esperar.

David Lagmanovich
Los cuatro elementos. Ed Menoscuarto. 2007