1.550 – Primera Comunión

alonso-ibarrola2-300x200  Teresina se mostraba muy nerviosa y era natural. Todos los niños experimentan lo mismo, días antes, cuando van a hacer su Primera Comunión. Y llegó el día, y a la niña la vistieron de blanco, como si fuera una novia. Radiante estaba Teresina y su madre, y sus abuelos, y sus tíos y demás parientes por parte de madre. Todos juntos, en varios coches, se dirigieron a la iglesia parroquial. La ceremonia resultó muy emotiva, el fotógrafo hizo las fotos de rigor y luego se fueron todos a casa, para celebrar el hermoso día en torno a una copiosa mesa donde no faltó el espumoso. Casi todos los niños, al final de la jornada, suelen sentir una enorme pena cuando se desprenden del traje de su Primera Comunión. El día feliz ha terminado. Pero Teresina fue a la cama, feliz, rendida y contenta. Sabía que el domingo siguiente celebraría su Primera, mejor dicho, Segunda Comunión, con su padre, sus abuelos, sus tíos y demás parientes por parte de padre. En otra iglesia, con otro sacerdote, pero siempre con seres queridos. Y volvería a repetir el almuerzo en casa de su padre, con sus abuelos… Y volvería a recibir muchos regalos. Le preocupaba solamente una cosa: ¿Se repetirían los regalos? ¿Su padre y su madre se habrían puesto de acuerdo? ¿Sus abuelos habrían hablado antes? ¿Y los tíos? ¿Y los padrinos? La madrina era hermana de su madre y el padrino hermano de su padre. Desde cuando sus padres se habían separado, jamás supo si se hablaban entre ellos. La verdad es que tampoco le había importado mucho. Y llegó el día tan esperado. Y de nuevo volvió a comulgar, por vez segunda, con el mismo traje de la primera vez y sus zapatos blancos. Y de nuevo cortó en casa de su padre la tarta. Y todos aplaudieron. Cuando el lunes regresó al colegio y contó a sus compañeros y compañeras de clase lo de su segunda comunión, todos sintieron envidia de Teresina. Y muchos niños, al volver a casa de sus padres, se sintieron frustrados al verles juntos viendo la televisión, sin hablarse casi siempre… De todos modos, era lo mejor que podían hacer, porque cuando abrían boca era para iniciar una de sus habituales discusiones, interminables y desagradables. Y más de un amiguito de Teresina envidió a ésta y deseó fervientemente que sus padres se separaran de una vez por todas… Para algunos era la primera cosa que le pedían a Dios.

Alonso Ibarrola
No se puede decir impunemente ‘Te quiero’ en Venecia.Visión Libros. 2010

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