1.294 – Tatoo

 Lola se tatuó una mariposa en el hombro, un escarabajo al oeste del ombligo, una garza con el cuello estirado a lo largo de su pantorrilla, un sapo somnoliento en el empeine izquierdo y uno saltarín en el derecho, una foca monje en las estribaciones del agujero vaginal, un saltamontes sobre el pecho derecho y un caracol en el trasero. Todo iba bien en su vida. Su marido se marchaba a su trabajo nocturno y ella dormía desnuda. Los animales salían de su cuerpo y danzaban y cantaban canciones de corro en la alfombra del dormitorio. Al alba, cuando escuchaban las llaves del hombre, volvían a sus puestos y esperaban ser agitados por la furia sexual con la que llegaba del trabajo. Todo este hermoso mundo familiar se desmoronó el día que Lola decidió tatuarse en el omóplato una fastuosa cabeza de tigre con dos grandes colmillos con el fin de advertir a los que se acercaran demasiado. Cuando el pasado amanecer regresó el marido gritó con espanto al ver el cuerpo de Lola inerte sobre las sábanas. Los animales se habían dado a la fuga capitaneados por el enorme tigre, que había dejado una marca de sus fauces sobre la yugular de la que aún, y son ya las ocho y media de la mañana, no ha dejado de manar sangre.

Federico Fuertes Guzmán
Los 400 golpes. E.D.A. libros,2008

Deja un comentario