¿Llegaré a santo? No fumo. No bebo. Soy casto. Me acuesto temprano. Rezo. El último domingo, precisamente, recuerdo que me asaltó la misma pregunta en la iglesia, al ver a un santo en su nicho, a la derecha del altar central. ¿Y yo por qué no?, me dije. ¡Si no fuera tan tímido…!