Él había perdido la cabeza. Ella le entregó el corazón. Y paseaban como tantos otros. Él, incómodo con aquella víscera sangrante en las manos. Ella, ansiosa, pretendiendo adivinar su futuro en la inútil esfera degollada.
Isabel Cienfuegos
Por favor, sea breve. Ed. Páginas de espuma – 2001