Se abre la temporada de fantasmas. El primer fantasma entra en un bar. El tipo que atiende la barra le ofrece un whisky. Nunca tuve oportunidad de probar la coca-cola, le dice el fantasma, muy triste. Pero cuando se la traen y trata de tomársela, el líquido le atraviesa la niebla y se derrama. Pronto empezarán a llegar los turistas y el dueño del bar quiere tenerlo limpio. Al mismo tiempo, los fantasmas son la principal atracción para los clientes. Los gustos, piensa el hombre con fastidio, hay que dárselos en vida.