3.454 – La perdonamuertes

    Mi padre fallecía cada poco. Pero no lo hizo nunca por llamar la atención ni por fastidiar a nadie; simplemente se moría y ya está. Recuerdo que justo antes de expirar sonreía con cierta beatitud y, diciendo adiós con su mano velluda, dejaba de respirar. Lo mismo que la lavadora cuando para de centrifugar, poquito a poco y sin más. Mamá se ponía de luto, se apagaba la tele, porque era alegre, y todos llorábamos su partida. Luego, al volver a la vida, mamá lo recibía enfurruñada por su ausencia; con ese mohín que, según él, la ponía tan guapa. Entonces él la abrazaba y le hablaba al oído de angelitos, ánimas y purgatorios. Ella cedía, nos mandaba a la cama y se les oía cuchichear mucho rato. Papá era un vividor en eso de morir. Y mamá siempre se lo perdonó. Lo hizo hasta la muerte.

Miguelángel Flores
De lo que quise sin querer – Ed. Talentura – 2014

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