3.391 – Cinceladas

   Tras meses de entrenamiento, el aprendiz logró ver al ángel atrapado en el mármol. Tomó el cincel y martilló hasta tener su figura bien definida, a unos milímetros de tocar su carne. Pero la piedra se agrietó. El ángel extendió sus alas, se sacudió los guijarros y emprendió el vuelo sin más.
—No te preocupes —lo consoló el maestro escultor—, a todos se nos escapa el primero.

Hugo López Araiza Bravo
http://1antologiademinificcion.blogspot.com.es/2011/04/hugo-lopez-araiza-bravo.html

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