3.210 – Sirenas emigrantes

DAVID LAGMANOVICH   De su isla maravillosa las sirenas emigraron a la ciudad, donde los hombres no comprendieron su naturaleza mágica. Por eso dieron su nombre al ulular inmisericordioso de los coches policiales, mensajeros de todas las desgracias. Las verdaderas sirenas, que en pro de la convivencia entre minorías ya habían eliminado sus colas de pez, quisieron evitar ser delatadas por su canto. Desde entonces se mantienen silenciosas, viven en casas de departamentos y aportan a la Seguridad Social.

David Lagmanovich
Después de Troya. Ed. Menoscuarto.2015

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