3.082 – Cuando cerraron el Salón Parisiana

oscar_esquivias  Cuando cerraron el Salón Parisiana, se hizo almoneda de todos sus enseres. Salieron a bajo precio los telones, las lámparas, los apliques, las mesitas, los vestidos de las cupletistas, la vajilla, la preciosa cafetera de cobre… Hasta se arrancaron los zócalos de mármol y se vendieron por metros. Aquel coronel retirado, que había pasado muchas horas muertas en el local tiznando su alma y sentía una gran pena por su clausura, se hizo con un espejo de vestir y se lo regaló a su señora, sin indicarle la procedencia. Ella, muy feliz por aquel arranque tan inusual de su marido, lo colocó en la alcoba. A partir de entonces, empezó a rechazar su antiguo vestuario: todas las faldas le parecían demasiado severas y feas y ningún escote hacía justicia a su hermoso pecho. Le tomó gusto a vestirse de colores, a cargarse de joyas, a buscar los sombreritos más atrevidos. Pronto circuló la especie de que la coronela tenía un lío con un mozo de cuadra (decían unas lenguas) o con un rejoneador (aseguraban otras). Lo cierto es que fueron decenas los jóvenes que se desbravaron entre sus muslos. Ella era ahora alegre, cantarina y muy, muy cariñosa.
Todo acabó cuando el coronel quebró la luna e hizo astillas el marco de aquel espejo ante el que tantas veces se desnudaron las alegres chicas del Salón Parisiana.

Óscar Esquivias
Antología del microrelato español (1906-2011). Ed. Catedra.2012

Deja un comentario