2.753 – Piratería viral

jj millas3  Son las siete de la mañana y estoy trabajando. A esta misma hora, hay un loco sentado frente a su ordenador inventando un virus informático que luego me enviará para hacerme polvo. Cuando me llega un correo electrónico con un virus, suelo mirar la hora del envío y siempre ha sido durante la madrugada. Los locos no duermen. La locura no necesita dormir, porque se alimenta precisamente del insomnio. Cuanto menos duerme la locura, más loca está. La sensatez, en cambio, necesita unas horas de descanso. Cuanto menos duerme la sensatez, menos sensata es, si pudiera decirse de este modo. Sé lo que digo porque yo duermo y no duermo. No dormir me enloquece y dormir me aplaca. Cuando alcanzo determinado punto de locura, doy una cabezada y regreso al mundo de los cuerdos, que por cierto no tiene nada que envidiar al de los locos.
Ahora mismo, pues, hay unos cuantos locos pariendo un virus digital que destruirá los archivos de usted y los míos, a menos que nuestro antivirus lo intercepte. Mucha gente dice que los que fabrican el virus y el antivirus son los mismos. Tiene su lógica. Pero lo que quería decir es que también en el lado de acá, en la realidad analógica, hay locos creando virus analógicos para las guerras bacteriológicas que no sabemos cuándo empiezan ni cuándo acaban porque no se ven. La diferencia entre el loco de los virus digitales y el de los analógicos es que el de los últimos está a sueldo del Estado, o de los Estados. En el ejército de Estados Unidos, el país más poderosos de la Tierra, hay locos geniales estudiando el modo de cargarse poblaciones enteras lanzando unos polvos al espacio. Como sus estudios son secretos, no sabemos si el asma del abuelo procede de ahí. No sabemos qué virus son verdaderos o falsos.
El 40 % de los discos vendidos en el mundo son piratas, es decir, falsos, pero no hay modo de distinguirlos de los verdaderos. Ocurre lo mismo con los virus. Muchos de ellos son piratas, pero, al contrario de los discos, no están hechos ni distribuidos por las mafias, sino por los poderes legalmente establecidos. Socorro.

Juan José Millás
Articuentos completos. Ed. Seix barral. 2011

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