Los poetas

Patricia CalveloLlegan temprano al bar, de a uno o de a dos, con cigarrillos, habanos o pipas. Se quedan toda la noche riendo y hablando de hermosas mujeres, de viejos amigos, de ciudades perdidas, de estrellas fugaces…: de poesía. Y beben y fuman hasta el amanecer.
Al partir, dejan una pesada cortina de humo y montones de cenizas en todos los rincones. La mujer que hace la limpieza siempre se queja. Ella no sabe que es el modo que tienen los poetas de disimular el fuego que les robaron los dioses.

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