Estaba hasta los átonos de sus tildes.
¿Cómo fue que su íntimo mundo de mutua admiración se transformó en aquel desolado universo de eterna interrogación? Mientras reflexionaba buscando alguna respuesta, movía la cabeza de un lado a otro, tratando de esquivar la amenaza de su desquiciante dedo índice, erguido frente a sus ojos.
¡Para ya tus pies de página!, quiso gritarle. En cambio, bajó la voz, la cabeza y la razón. Suavemente suplicó:
-Por favor, no me hables con mayúsculas…
Un comentario en «2.004 – Índice»
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Me encanta estar en esta casa. Aunque prometo poner mejores caras… Aquella mañana, en México, tras una noche de tequilas… ¡Uf!