3.621 – La calumnia

  Unas cartas anónimas iban a destrozar su vida… Unas cartas abyectas, groseras, infames, calumniadoras, estúpidas, que recibió el alcalde primeramente, luego el párroco, y después unas cuantas personas más de la pequeña localidad. El ignoraba la existencia de las mismas, pero observó, sin embargo, cómo poco a poco, paulatinamente, la gente dejó de hablarle. Lo mismo ocurrió con sus discípulos. Se preguntaba el maestro por la posible causa, si olería mal su aliento, si no aprobaban su sistema de enseñanza… El caso es que un día, harto de tanto vacío en torno suyo, abordó al alcalde, que paseaba por la plaza mayor, y le pidió hablar a solas… El alcalde se negó, enfurecido: «Por lo que pueda pensar la gente, más vale que no hablemos a solas…». Al maestro aquella respuesta le pareció una solemne tontería y no insistió.

Alonso Ibarrola
No se puede decir impunemente ‘Te quiero’ en Venecia.Visión Libros. 2010
http://www.alonsoibarrola.com/