3.608 – Auto-stop

  Le aseguraban que la práctica del autostop entraña muchos peligros, pero él se negaba a admitirlo. ¿Cómo podía ser peligrosa, por ejemplo, la presencia de aquella dulce muchacha de ojos azules que llevaba sentada a su lado, recogida quince kilómetros antes? Quería llegar a Venecia. «¿Conoce usted Venecia?». No, no conocía esa ciudad ni cualquiera otra de Italia. Jamás había estado en Italia. ¿Era normal?, se preguntó. No, no era normal. Fue un viaje maravilloso, turbado solamente por el recuerdo de la mujer, suegra e hijos que había dejado atrás. Intentó explicar lo ocurrido por carta, antes de afrontar el regreso.

Alonso Ibarrola
No se puede decir impunemente ‘Te quiero’ en Venecia.Visión Libros. 2010
http://www.alonsoibarrola.com/