3.467 – La presa

    Al principio siempre se lo toman a broma, y cuando ven que va en serio, ya no pueden hacer nada. Mi madre los trata muy bien y, mientras beben, les habla con mucho cariño. Nosotros, debajo de la mesa, no aguantamos la risa cuando se empiezan a quedar como tontos. Y les pellizcamos las piernas al ver que ya no pueden moverlas. Me gustan esos días, son divertidos. Me chiflan sus caras cuando despiertan, y quemar la ropa. Pero, sobre todo, que mamá nos guarde a los más pequeños las orejas, y que las fría mucho para que crujan.

Miguelángel Flores
De lo que quise sin querer – Ed. Talentura – 2014