3.222 – Pentesilea

rosalba cambra   Yo vivía con mi abuela, mis tías, mis primas, y otras parientes mujeres. Sólo mujeres había en nuestra población.
Era huérfana de madre, y mi padre y mis tíos —hermanos nunca tuve—, mis dos abuelos y los parientes que hubieran correspondido a las parientes mujeres se habían ido a construir el camino que llevaba o debía llevar más tarde a la ciudad, cuando estuviera terminado.
Así me habían dicho.
La ciudad debía quedar muy lejos, porque después de doce años, que es mi edad, ellos seguían sin volver y el camino sin terminar.
Un día mi abuela mandó abrir la puerta en la muralla e hizo entrar a un cantor de esos que van por los caminos. Nos sentamos alrededor de él en la plaza. A mí me hicieron sentar delante de todas, y él cantó la historia de Pentesilea, reina de las amazonas, que en el asedio de Troya murió por obra del airado Aquiles, el cual, viéndola tendida tan bella sobre su propia sangre, rompió a llorar y se maldijo.
Yo sabía desde antes el nombre de mi madre: Pentesilea. Ahora sé el nombre de todas nosotras. Me pongo de pie y, en silencio, lo mismo hacen las demás. Siento todas las miradas puestas en mí. Doy un paso hacia adelante, hacia mi abuela que me tiende el arco y el carcaj. Y me detengo, porque estoy preguntándome si puede haber algo, en los cielos o en la tierra, que me obligue a aceptar.

Rosalba Campra
Después de Troya. Ed. Menoscuarto.2015

3.221 – ¿Un mundo mejor?

Miguel Angel molina2    Al salir, la patera estaba inundada de sueños. Hoy los vómitos, el miedo y la muerte se han adueñado de los 12 por 2,5 metros en los que viajan. Solo les queda acurrucarse entre ellos y rezar para soportar el oleaje, el hambre y el frío.
Cuando la esperanza ya está lista para morir, divisan la costa y son rescatados. Es entonces cuando descubren sorprendidos el curioso comportamiento de aquellos a los que quisieran parecerse. Al ver a los pescadores llevarse la gasolina y a los vecinos arramblar con las herramientas y el ancla, sus sueños comienzan a esfumarse.

Miguel Ángel Molina López
99×99. Microrelatos a medida.
Ed. Baile del Sol. 2016

3.218 – Hilvanados

JULIA OTXOA   Los hombres a medio coser van por ahí deshilachados, como sin peso, como quien se deshace en el aire, y apenas hilvanado, al menor tropezón se abre en grandes rotos, por los que se asoman los curiosos para ver el paisaje o los turistas para contemplar los monumentos de la ciudad, hasta el punto de que muchos son los que han llegado a pensar que estos hombres, de tan rasgados, son casi transparentes. Pero ellos, ermitaños de la costura, aman sobre todas las cosas ir así por la vida, ligeramente esbozados entre las cosas, libres del peso de la ropa acabada sobre sus cuerpos. Deshaciéndose en largos hilos mecidos por el viento cual leves cometas o hermosos espantapájaros.

Julia Otxoa
Velas al viento. Ed Cuadernos del vigía. 2010

3.217 – Atlántida

manuel Moyano2   Durante el verano de 1932, mientras nadaba en los bajíos de la isla de Nantucket, fui engullido por una monstruosa ola que me arrastró, inconsciente, hasta el fondo del océano. Desperté en una ciudad submarina, contenida dentro de una gigantesca bóveda de material traslúcido. Sus habitantes eran todos rubios y vestían finísimas dalmáticas de seda. Contemplé con admiración los hermosos edificios, los templos cuyas cúpulas eran de oro puro, los acueductos que medían un millar de pies de altura. Una estatua parlante me habló —en mi propio idioma— de aquella sociedad. Relató que sus miembros vivían en perfecta armonía, y que no existían entre ellos la envidia, la venganza, la violencia ni los celos. En cuarenta siglos, jamás habían conocido la guerra; ni siquiera un simple altercado. Poco después, fui milagrosamente devuelto a la superficie, a la costa de Nantucket. La primera persona que encontré en la playa fue a Wesley, el hijo de la maestra, quien estaba recogiendo mejillones. Cuando le referí los prodigios de que acababa de ser testigo, escupió de medio lado y se limitó a decir: «Eres un ingenuo por creer todo lo que te contó esa estatua, Arnie. Seguro que ahí abajo tendrán también sus problemillas».

Manuel Moyano
Después de Troya. Ed. Menoscuarto.2015

3.216 – Todo está en tu imaginación

Miguel Angel molina2   «Cariño, antes de que vuelva papá debes recordar que nada de lo que crees haber visto o escuchado es verdad. Aquí no ha pasado nada. Todo está en tu imaginación». Cuando la madre se aleja, convencida de haber dejado las cosas claras, el niño se queda apenado pensando en el vecino que acaba de marcharse. Le da miedo pensar qué ha podido hacerle su mamá a ese señor. Cree que no debe ser nada bueno, porque tras marcharse ella acaba de repetirle las mismas palabras que a él le dice su papá cuando cada noche sale de su habitación.

 Miguel Ángel Molina López
99×99. Microrelatos a medida.
Ed. Baile del Sol. 2016

3.215 – Al duque de Medina…

juan-arguijo   Al duque de Medina, D. Juan Claros, quisieron regalar los de Chiclana con un presente. Votábalo en su Concejo: unos eran de parecer que el regalo fuese de piñas; otros, cuyo voto prevaleció, acordaron que fuese de brevas, que las hay en aquella villa bonísimas.
Hincheron un costal de ellas, y atravesándose sobre un jumento, se sentó encima el embajador, acompañado de otro.
Llegaron como se puede entender del buen avío, y viéndolas el duque, mandó a sus criados que, atando a un poste al que las traía y desnudándole el medio cuerpo, se las tirasen todas.
Hízose así, y a cada golpe volvía el paciente al compañero, diciéndole:
—Mas ¡si fueran piñas !…

Juan de Arguijo
Sevilla, 1560-1623
Cuentecillos para el viaje.Ed. Popular-2011
http://www.iaph.es/web/sites/pinturas-juan-de-arguijo/arguijoysevilla/

3.214 – Sordomudos

alonso ibarrola   Afirmaba conocer el alfabeto de la mímica y entender a la perfección el lenguaje utilizado por los sordomudos. Es por ello que entró a prestar servicio en un nuevo y original programa televisivo. Su labor sería cómoda y bien remunerada. Debía limitarse a ofrecer las noticias que un locutor leía previamente, con los signos habituales del método para sordomudos. Días más tarde fue despedido de empleo y sueldo, por la denuncia de varios telespectadores sordomudos. Por lo que se pudo saber más tarde, era un impostor. Ignoraba totalmente el alfabeto mímico y se lo inventaba sobre la marcha. Alegó que tenía necesidad de trabajo y que estaba convencido de que la cosa no tenía la menor importancia, pues las noticias no tenían interés alguno y a nadie perjudicaba…

Alonso Ibarrola
No se puede decir impunemente ‘Te quiero’ en Venecia.Visión Libros. 2010
http://www.alonsoibarrola.com/