3.524 – La tertulia

    Los catorce de cada mes acudía a una tertulia de partidarios de la república. Un día sintió un escrúpulo de conciencia y se lo comentó a su amigo Alfonso. «Creo que no volveré más. Me duele que los compañeros se engañen conmigo, porque, aunque la república me parezca teóricamente la forma más racional de gobierno, nos está yendo tan bien con esta monarquía recién instaurada que no daría un suspiro por derrocarla, más bien todo lo contrario.» «¡Ah, con que es eso! —le replicó Alfonso—. Me habías asustado. Tranquilízate y sigue viviendo. Piensa que si viviéramos en una república, dado nuestro peculiar talante, con toda probabilidad tú y yo iríamos a una tertulia de monárquicos.»

Juan Pedro Aparicio
Más por menos. Sial Ediciones.2011

3.513 – La medida del poder

    El gobernador Jackson estaba seguro de que tampoco en esta ocasión vacilaría. Entre conceder un indulto al condenado a la cámara de gas o permitir que la ejecución siguiera adelante, sentía que su poder se medía mucho más por las vidas que quitaba.

Juan Pedro Aparicio
Más por menos. Sial Ediciones.2011

3.490 – Déjá vu

    El matrimonio de Rosalía y Pedro hubiera sido perfecto de no ser porque Pedro se negaba a viajar. Se excusaba diciendo que ya lo había visto sin necesidad de salir de casa, pues la televisión, el cine, los periódicos se lo habían mostrado en exceso. Pero tanto insistía Rosalía que fueron varias las ocasiones en que hicieron las maletas. En una, recién llegados a París, un niño se acercó corriendo a Pedro y le llamó repetidas veces papá. En otra, visitando una pequeña ciudad de Inglaterra, una niña hizo lo mismo, llamándole daddy. Y, claro, ya no hubo forma de sacarlo de casa, pues ahora Rosalía era la primera que se negaba.

Juan Pedro Aparicio
Más por menos. Sial Ediciones.2011

2.985 – Rememoración final

juan pedro aparicio2  Supo de inmediato que el paracaídas no se le abriría. Estaba a tanta altura que todavía tardaría varios minutos en estrellarse contra el suelo. Era tan joven que tenía muy poco que rememorar de su vida pasada mientras que se dolía por la pérdida de aquella otra que ya no iba a conocer. En su mente se produjo entonces una súbita aceleración. No tenía novia, pero conoció a una chica en la piscina y se casó con ella. Tuvieron dos hijos. El mayor se hizo militar como él. El menor, cosa sorprendente, guionista de televisión. Y no le iba mal. Sus nietos, sólo dos, se llamaron Daniel y Adela, nombres que no tenían tradición en la familia. Sólo sentía la pena de no poder asistir a la boda de su nieta, aunque los viejos se acostumbran pronto a la muerte como si fuera un animal de compañía. Y él, cuando su cuerpo se rompió contra el suelo, ya había alcanzado los ochenta y tres años de vida.

Juán Pedro Aparicio
Ciempies. Los microrelatos de Quimera. Montesinos 2005

2.962 – Las minutas

juan pedro aparicio2  Era notario en Madrid y quiso conocer el Amazonas con su familia, compuesta de mujer y dos hijos. La agencia de viajes le proporcionó todo, incluso una noche en la selva, en una cabaña india. Las cosas no fueron bien. Una boa enorme se coló en la cabaña y los devoró mientras dormían. A la mañana siguiente la boa apareció a unos metros del campamento hinchada y aletargada. Le abrieron la barriga y sacaron los cadáveres intactos. El notario tenía en la mano unos papeles. Antes de morir le había dado tiempo a redactar cuatro certificados de defunción con sus minutas de honorarios correspondientes, doscientos veinticinco euros por cada uno.

Juán Pedro Aparicio
Ciempies. Los microrelatos de Quimera. Montesinos 2005

1.270 – La II Guerra Mundial pudo haberse evitado

  Si el crítico vienés Jakob Neumann, que presidía el jurado, hubiera dado su voto de calidad a cierto óleo firmado por un tal Adolf Hitler en la Bienal de Bellas Artes de 1912, acaso el joven aspirante a pintor no hubiese dejado su profesión por la política. Inútil reprochar nada a Neumann; sobre todo cuando el propio Adolf Hitler ordenó su fusilamiento a las pocas horas de aquella entrada apoteósica en la Austria del Anschulss. Lo que nunca supo el dictador fue que la decisión de Neumann nació de un escogido lote de vinos que había recibido de un importante bodeguero vienés, cuyo hijo, con veleidades pictóricas, obtuvo aquel premio. Obvio es decir que tal ignorancia salvó la vida del bodeguero, no la de su hijo.

Juan Pedro Aparicio
http://nalocos.blogspot.com.es/2012/08/juan-pedro-aparicio.html

930 – La medida del poder

 El gobernador Jackson estaba seguro de que tampoco en esta ocasión vacilaría. Entre conceder un indulto al condenado a la cámara de gas o permitir que la ejecución siguiera adelante, sentía que su poder se medía mucho más por las vidas que quitaba.

Juan Pedro Aparicio
Por favor sea breve 2. Edición de Clara Obligado. Ed Páginas de Espuma. 2009

Rememoración final

juan pedro aparicio Supo de inmediato que el paracaídas no se le abriría. Pero, debido a la mucha altura, todavía tardaría varios minutos en estrellarse contra el suelo. Era tan joven que tenía muy poco que rememorar de su vida pasada mientras se dolía por la pérdida de aquella otra que ya no iba a conocer. En su mente se produjo entonces una súbita aceleración. No tenía novia; pero conoció a una chica en la piscina y se casó con ella.
Tuvieron dos hijos. El mayor se hizo militar como él. El menor, cosa sorprendente, guionista de televisión, y no le fue mal. Sus nietos, sólo dos, se llamaron Daniel y Adela, nombres que no tenían tradición en su familia. Sólo sentía la pena de no vivir lo suficiente como para asistir a la boda de su nieta, aunque, por viejo, se había acostumbrado a la muerte como un animal de compañía. Y él, cuando su cuerpo se rompió contra el suelo, ya había superado los ochenta y tres años de vida.

Juan Pedro Aparicio