3.478 – Ella leía (a)morosamente

    Al leer, ella goza una a una las palabras, las saborea, dice que cada una posee sabor, melodía, brillo, aroma, tersura. Que hay que saber disfrutarlas, sentirlas, acariciarlas.
Golosa y gozosa, tardó una semana justa en leer El dinosaurio.

Dina Grijalva Monteverde

3.418 – David

    De día lo contemplaba entre los miles de visitantes de la Academia. Por las tardes se escondía detrás de alguna de las innumerables estatuas del piso superior y en la oscuridad bajaba anhelante hasta estar cerca de David.
Le acercaba un pequeño caracol del mar de coral, una gota del perfume de su pubis, una moneda de espuma o acaso un espejo invisible. Susurraba pétalos de vida y acercaba los latidos de su corazón al níveo, sedoso y firme pecho de su amado.
Una noche, apenas rozó con sus labios el hombro de su adorado, él olvidó siglos de mármol, descendió del pedestal y sus rizos parecieron movidos por un aliento de ángel. Se amaron con pasión de amantes primigenios.
Por la mañana, el vigilante dijo: qué extraño: hoy David sonríe.

Dina Grijalva Monteverde